Jean-Antoine Watteau (Francia, 1684-1721):
La muerte de Sócrates
La muerte de Sócrates
.
Sabemos que la muerte de Sócrates provocó una serie de obras de tipo apologético (apologías) y también acusatorio (kategoría), como la del sofista Polícrates. Entre las defensas o Apologías se pueden citar, la de Lisias( perdida), la de Platón y la Jenofonte. En siglos posteriores escribieron también Apologías sobre Sócrates: Teodectes de Faselis, Demetrio de Falero, Plutarco y la declamación de Libanio.
Acerca de la Apología de Jenofonte, nadie dudó, en la antigüedad, acerca de sus autenticidad: Diógenes Laercio (II 57) la cita como suya, lo mismo que Ateneo (218 E). Será en la Modernidad, Willamowitz quien la considere como inauténtica.
La obra fue escrita por Jenofonte entre el 394 y el 387. Parece que al escrito de Polícrates le siguió la defensa de Lisias y el capítulo 1º de los Recuerdos de Jenofonte. A continuación habría escrito Platón la suya, y ésta fue seguida por la de Jenofonte, en protesta, según Shanz, contra las libertades que se tomó Platón al componer su Apología. Como no había estado presente en el juicio, Jenofonte acude al testimonio de Hermógenes, amigo suyo y testigo de la muerte del maestro, como puede verse, incluso en el Fedón (59 b).
Jenofonte no pretende hacer un reportaje exacto del juicio, sino exponer la sublime actitud y altivo lenguaje ante el jurado de un Sócrates que estaba convencido que era un buen momento para morir (eukiría). Es esta una diferencia esencial con la Apología de Platón: allí Sócrates se enfrenta a la muerte a partir de su fe en una vida posterior (doctrina también presente en el Fedón). Jenofonte no habla para nada de este tipo de creencia, sino que afirma que Sócrates basaba su satisfacción en la idea de evitar los achaques de la vejez. Mientras que para Platón la muerte parece ser la consecuencia lógica y trágica del cumplimiento de una misión, para Jenofonte representa una meta deseable en sí.
La Apología de Jenofonte se puede dividir en tres partes:
1. La primera parte (1-9) viene a ser como una introducción a las palabras de Sócrates ante el tribunal. En ella, Jenofonte se propone explicar los motivos de su actitud altiva (megalegoría). Para ello, introduce un relator en la persona de Hermógenes. A través suya nos enteramos que Sócrates se niega a defenderse porque su vida entera ha sido una apología y porque su genio divino (daimon) se opone a que prepare su defensa. Además, Sócrates afirma que es un buen momento para morir.
2. La segunda parte (10-23) constituye la parte central de la Apología y en ella Sócrates realiza su discurso ante el jurado. Primeramente recuerda la doble acusación realizada en contra suya: Impiedad (asebeia) y Corrupción de la juventud. Sus afirmaciones relativas a las advertencias de la voz divina provocan las protestas y el malestar del tribunal. A tales protestas, Sócrates contesta que según el Oráculo de Delfos, él es el hombre más sabio y más justo de Atenas. Las protestas se agudizan aún más, siendo declarado culpable. Al mismo tiempo, se niega a proponer una pena alternativa a la muerte así como a evadirse cuando sus amigos se lo piden. Sócrates no está dispuesto a escapar a la muerte.
3. Hecha pública la condena, Sócrates toma de nuevo la palabra para señalar que no tiene conciencia de haber cometido ninguna de las faltas de las que se le acusa. Profetiza que la vergüenza será para quienes le han condenado injustamente. El futuro, señala, del mismo modo que a Palamedes, le hará justicia.
4. En la tercera parte (27-34), Sócrates abandona el tribunal con una mirada y una actitud muy serena, en concordancia con las palabras que acababa de pronunciar. Ante la aflicción de sus amigos, les recuerda la oportunidad de su muerte. Anécdota relativa a Apolodoro y severa advertencia de Sócrates respecto de Anito, con la predicción sobre el sombrío futuro de su hijo. La Apología finaliza con algunas observaciones de Jenofonte y un epílogo.
laeditorialvirtual.com.ar
Sabemos que la muerte de Sócrates provocó una serie de obras de tipo apologético (apologías) y también acusatorio (kategoría), como la del sofista Polícrates. Entre las defensas o Apologías se pueden citar, la de Lisias( perdida), la de Platón y la Jenofonte. En siglos posteriores escribieron también Apologías sobre Sócrates: Teodectes de Faselis, Demetrio de Falero, Plutarco y la declamación de Libanio.
Acerca de la Apología de Jenofonte, nadie dudó, en la antigüedad, acerca de sus autenticidad: Diógenes Laercio (II 57) la cita como suya, lo mismo que Ateneo (218 E). Será en la Modernidad, Willamowitz quien la considere como inauténtica.
La obra fue escrita por Jenofonte entre el 394 y el 387. Parece que al escrito de Polícrates le siguió la defensa de Lisias y el capítulo 1º de los Recuerdos de Jenofonte. A continuación habría escrito Platón la suya, y ésta fue seguida por la de Jenofonte, en protesta, según Shanz, contra las libertades que se tomó Platón al componer su Apología. Como no había estado presente en el juicio, Jenofonte acude al testimonio de Hermógenes, amigo suyo y testigo de la muerte del maestro, como puede verse, incluso en el Fedón (59 b).
Jenofonte no pretende hacer un reportaje exacto del juicio, sino exponer la sublime actitud y altivo lenguaje ante el jurado de un Sócrates que estaba convencido que era un buen momento para morir (eukiría). Es esta una diferencia esencial con la Apología de Platón: allí Sócrates se enfrenta a la muerte a partir de su fe en una vida posterior (doctrina también presente en el Fedón). Jenofonte no habla para nada de este tipo de creencia, sino que afirma que Sócrates basaba su satisfacción en la idea de evitar los achaques de la vejez. Mientras que para Platón la muerte parece ser la consecuencia lógica y trágica del cumplimiento de una misión, para Jenofonte representa una meta deseable en sí.
La Apología de Jenofonte se puede dividir en tres partes:
1. La primera parte (1-9) viene a ser como una introducción a las palabras de Sócrates ante el tribunal. En ella, Jenofonte se propone explicar los motivos de su actitud altiva (megalegoría). Para ello, introduce un relator en la persona de Hermógenes. A través suya nos enteramos que Sócrates se niega a defenderse porque su vida entera ha sido una apología y porque su genio divino (daimon) se opone a que prepare su defensa. Además, Sócrates afirma que es un buen momento para morir.
2. La segunda parte (10-23) constituye la parte central de la Apología y en ella Sócrates realiza su discurso ante el jurado. Primeramente recuerda la doble acusación realizada en contra suya: Impiedad (asebeia) y Corrupción de la juventud. Sus afirmaciones relativas a las advertencias de la voz divina provocan las protestas y el malestar del tribunal. A tales protestas, Sócrates contesta que según el Oráculo de Delfos, él es el hombre más sabio y más justo de Atenas. Las protestas se agudizan aún más, siendo declarado culpable. Al mismo tiempo, se niega a proponer una pena alternativa a la muerte así como a evadirse cuando sus amigos se lo piden. Sócrates no está dispuesto a escapar a la muerte.
3. Hecha pública la condena, Sócrates toma de nuevo la palabra para señalar que no tiene conciencia de haber cometido ninguna de las faltas de las que se le acusa. Profetiza que la vergüenza será para quienes le han condenado injustamente. El futuro, señala, del mismo modo que a Palamedes, le hará justicia.
4. En la tercera parte (27-34), Sócrates abandona el tribunal con una mirada y una actitud muy serena, en concordancia con las palabras que acababa de pronunciar. Ante la aflicción de sus amigos, les recuerda la oportunidad de su muerte. Anécdota relativa a Apolodoro y severa advertencia de Sócrates respecto de Anito, con la predicción sobre el sombrío futuro de su hijo. La Apología finaliza con algunas observaciones de Jenofonte y un epílogo.
laeditorialvirtual.com.ar