Κυριακή 27 Ιανουαρίου 2013

ΠΕΡΙ ΣΩΦΡΟΣΥΝΗΣ 2

Entonces Querefon, interpelándome, dijo:
—¿Qué te parece de este joven, Sócrates? ¿No tiene hermosa fisonomía?
—Muy hermosa, respondí yo.
—Sin embargo, replicó él, si se despojase de sus vestidos, no te fijarías en su fisonomía; tan bellas son en general las formas de su cuerpo.
Todos repitieron las palabras de Querefon.
—¡Por Hércules! dije yo entonces, me habláis de un hombre irresistible, si por cima de todo esto posee una cosa muy pequeña.
—¿Cuál es? dijo Critias.
—Que la naturaleza, repliqué yo, le haya tratado con la misma generosidad respecto del alma; y creo que así sucederá, puesto que este joven es de tu familia.
—Pues tiene un alma muy bella y muy buena, me respondió.
—¿Y por qué, repliqué yo, no pondremos primero en evidencia su alma, y no la contemplaremos antes que su cuerpo? En la edad en que se halla, ¿está en posición de sostener dignamente una conversación?
—Perfectamente, dijo Critias, porque ha nacido filósofo; y si hemos de creer a él y a todos los demás, es también poeta.
—Talento que os es hereditario, mi querido Critias, y que lo debéis a vuestro parentesco con Solón. ¿Pero qué [212] esperas para darme a conocer a este joven y llamarle aquí? Aun cuando fuese más joven, ningún inconveniente tendría en conversar con nosotros delante de ti, su primo y tutor.
—Lo que dices es muy justo; vamos a llamarle.
Dirigiéndose al mismo tiempo hacia un sirviente:
—Esclavo, dijo, llama a Carmides, y dile que quiero que consulte con un médico sobre la indisposición de que me habló estos días.
Y dirigiéndose a mí:
—Hace algún tiempo, dijo, que tiene la cabeza pesada al levantarse de la cama. ¿Qué inconveniente hay en indicar que conoces un remedio a los males de cabeza?
—Ninguno, con tal que venga.
—Va a venir.

Platón: Carmides 
Trad.: Patricio de Azcárate