Παρασκευή 30 Δεκεμβρίου 2011

Πέμπτη 15 Δεκεμβρίου 2011

ΣΩΚΡΑΤΗΣ 30


Sócrates– Escucha, pues, como dicen, un precioso relato que tú, según opino, considerarás un mito, pero que yo creo un relato verdadero, pues lo que voy a contarte lo digo convencido de que es verdad. Como dice Homero, Zeus, Posidón y Plutón se repartieron el gobierno cuando lo recibieron de su padre. Existía en tiempos de Crono, y aun ahora continúa entre los dioses, una ley acerca de los hombres según la cual el que ha pasado la vida justa y piadosamente debe ir, después de muerto, a las Islas de los Bienaventurados y residir allí en la mayor felicidad, libre de todo mal; pero el que ha sido injusto e impío debe ir a la cárcel de la expiación y del castigo, que llaman Tártaro. En tiempos de Crono y aun más recientemente, ya en el reinado de Zeus, los jueces estaban vivos y juzgaban a los hombres vivos en el día en que iban a morir; por tanto, los juicios eran defectuosos. En consecuencia, Plutón y los guardianes de las Islas de los Bienaventurados se presentaron a Zeus y le dijeron que, con frecuencia, iban a uno y otro lugar hombres que no lo merecían. Zeus dijo:
«Yo haré que esto deje de suceder. En efecto, ahora se deciden mal los juicios; se juzga a los hombres ––dijo–– vestidos, pues se los juzga en vida. Así pues, dijo él, muchos que tienen el alma perversa están recubiertos con cuerpos hermosos, con nobleza y con riquezas, y cuando llega el juicio se presentan numerosos testigos para asegurar que han vivido justamente; los jueces quedan turbados por todo esto y, además, también ellos juzgan vestidos; sus ojos, sus oídos y todo el cuerpo son como un velo con que cubren por delante su alma. Éstos son los obstáculos que se les interponen y, también, sus ropas y las de los juzgados; así pues, en primer lugar, dijo, hay que quitar a los hombres el conocimiento anticipado de la hora de la muerte, porque ahora lo tienen. Por lo tanto, ya se ha ordenado a Prometeo que les prive de este conocimiento. Además, hay que juzgarlos desnudos de todas estas cosas. En efecto, deben ser juzgados después de la muerte. También es preciso que el juez esté desnudo y que haya muerto; que examine solamente con su alma el alma de cada uno inmediatamente después de la muerte, cuando está aislado de todos sus parientes y cuando ha dejado en la tierra todo su ornamento, a fin de que el juicio sea justo. Yo ya había advertido esto antes que vosotros y nombré jueces a hijos míos, dos de Asia, Minos y Radamantis, y uno de Europa: Éaco. Éstos, después de que los hombres hayan muerto, celebrarán los juicios en la pradera en la encrucijada de la que parten los dos caminos que conducen el uno a las Islas de los Bienaventurados y el otro al Tártaro. A los de Asia les juzgará Radamantis, a los de Europa, Éaco; a Minos le daré la misión de pronunciar la sentencia definitiva cuando los otros dos tengan duda, a fin de que sea lo más justo posible el juicio sobre el camino que han de seguir los hombres.»
Esto es, Calicles, lo que he oído decir, y tengo confianza en que es verdad. Pienso que de este relato se saca la siguiente conclusión. La muerte, según yo creo, no es más que la separación de dos cosas, el alma y el cuerpo. Cuando se han separado la una de la otra, conserva cada una de ellas, en cierto modo, el mismo estado que cuando el hombre estaba en vida. El cuerpo conserva su naturaleza y deja visibles todos los cuidados y enfermedades. Por ejemplo, si cuando uno vivía tenía un cuerpo grande por naturaleza o por la alimentación o por ambas cosas, después de muerto su cadáver es grande; si era robusto, también lo es después de muerto, y así sucesivamente. Si acostumbraba a llevar largo el cabello, su cuerpo tiene también larga cabellera. Si era un continuo merecedor de azotes y, cuando vivía, tenía las señales de los golpes, las cicatrices del látigo o de otras heridas, también después de muerto son manifiestas estas señales. Si alguno en vida tenía los miembros rotos o deformados, también una vez muerto quedan visibles estos mismos defectos. En una palabra, la disposición adquirida por el cuerpo en vida permanece manifiesta después de la muerte en todo o en parte durante cierto tiempo.
Me parece que esto mismo sucede respecto al alma, Calicles; cuando pierde la envoltura del cuerpo, son visibles en ella todas las señales, tanto las de su naturaleza como las impresiones que el hombre grabó en ella por su conducta en cada situación. Así pues, cuando llegan a presencia del juez, los de Asia, por ejemplo, ante Radamantis, éste les hace detenerse y examina el alma de cada uno sin saber de quién es, sino que, con frecuencia, tomando al rey de Persia o a otro rey o príncipe cualquiera, observa que no hay en su alma nada sano, sino que la ve cruzada de azotes y llena de cicatrices por efecto de los perjurios y la injusticia, señales que cada una de sus acciones dejó impresas en el alma, y ve que en ella todo está torcido por la mentira y la vanidad y nada es recto, porque ha vivido lejos de la verdad.
Observa también que el poder, la molicie, la insolencia y la intemperancia de sus actos han llenado el alma de desorden y de infamia; al ver este alma, la envía directamente con ignominia a la prisión en la que debe sufrir los castigos adecuados. Es propio de todo el que sufre un castigo, si se le castiga justamente, hacerse mejor, y así sacar provecho, o servir a los demás de ejemplo para que, al verle otros sufrir el castigo, tengan miedo y se mejoren. Los que sacan provecho de sufrir un castigo impuesto por los dioses o por los hombres son los que han cometido delitos que admiten curación; a pesar de ello, este provecho no lo alcanzan más que por medio de sufrimientos y dolores, aquí y en el Hades, porque de otro modo no es posible curarse de la injusticia. Los que han cometido los más graves delitos y, a causa de ellos, se han hecho ya incurables son los que sirven de ejemplo a los demás; ellos mismos ya no sacan ninguna ventaja, puesto que son incurables, pero sí la sacan los que les ven padecer para siempre los mayores y más dolorosos suplicios a causa de sus culpas, colgados, por así decirlo, como ejemplo, allí en la prisión del Hades, donde son espectáculo y advertencia para los culpables que, sucesivamente, van llegando.
[…] Creo que el mayor número de los que sirven de ejemplo sale de los tiranos, reyes, príncipes y de los que gobiernan las ciudades, pues éstos, a causa de su poder, cometen los delitos más graves e impíos. Confirma esto Homero, pues son reyes y príncipes los que él ha representado como condenados en el Hades a castigos sin fin, Tántalo, Sísifo y Ticio. En cambio, a Tersites o a cualquier otro malvado de vida privada nadie lo ha representado sujeto a los más graves castigos como incurable, porque, en mi opinión, no le era posible hacer mal y, por ello, ha sido más afortunado que aquellos a los que les era posible hacerlo. En efecto, Calicles, los hombres que llegan a ser más perversos salen de entre los poderosos; sin embargo, nada impide que entre ellos se produzcan también hombres buenos, y los que lo son merecen la mayor admiración. Ciertamente es muy difícil y digno de gran alabanza mantenerse justo toda la vida, cuando se tiene plena libertad de ser injusto. Estos hombres son pocos, aunque, en efecto, aquí y en otras partes, han existido en el pasado y creo que existirán en el futuro hombres buenos y honrados respecto a esa virtud de administrar justamente lo que se les confía. Uno muy famoso, aun entre los demás griegos, ha sido Arístides, hijo de Lisímaco; pero, amigo, la mayor parte de los hombres poderosos se hacen malos.
Como iba diciendo, cuando Radamantis toma a uno de esos hombres, no sabe absolutamente nada acerca de él, ni quién es ni quiénes son sus padres, pero sí sabe que es un malvado, y, al ver esto, lo envía al Tártaro con la indicación de si le juzga curable o incurable; llegado allí, sufre los castigos adecuados. Alguna vez, al ver un alma que ha vivido piadosamente y sin salirse de la verdad, alma de un particular o de otro cualquiera, pero, especialmente, estoy seguro de ello, Calicles, de un filósofo que se ha dedicado a su ocupación, sin inmiscuirse en negocios ajenos mientras vivió, se admira y la envía a las Islas de los Bienaventurados. Esto mismo hace también Éaco; cada uno de ellos juzga teniendo en la mano una vara; Minos está sentado observando; sólo él lleva cetro de oro, como en Homero dice Ulises que le vio

llevando un cetro de oro, administrando justicia a los muertos.

En todo caso, Calicles, estoy convencido de estos relatos y medito de qué modo presentaré al juez mi alma lo más sana posible. Despreciando, pues, los honores de la multitud y cultivando la verdad, intentaré ser lo mejor que pueda, mientras viva, y al morir cuando llegue la muerte. E invito a todos los demás hombres, en la medida en que puedo, y por cierto también a ti, Calicles, correspondiendo a tu invitación, a esta vida y a este debate que vale por todos los de la tierra, según yo afirmo, y te censuro porque no serás capaz de defenderte cuando llegue el juicio y el examen de que ahora hablaba; más bien, a cuando llegues ante ese juez, el hijo de Egina, y te tome y te ponga ante sí, te quedarás boquiabierto y aturdido, no menos tú allí que yo aquí, y quizá alguien te abofeteará indignamente y te ultrajará de mil modos.
Quizá esto te parece un mito, a modo de cuento de vieja, y lo desprecias; por cierto, no sería nada extraño que lo despreciáramos, si investigando pudiéramos hallar algo mejor y más verdadero. Pero ya ves que, aunque estáis aquí vosotros tres, los más sabios de los griegos de ahora: tú, Polo y Gorgias, no podéis demostrar que se deba llevar un modo de vida distinto a éste que resulta también útil después de la muerte. Al contrario, en una conversación tan larga, rechazadas las demás opiniones, se mantiene sola esta idea, a saber, que es necesario precaverse más de cometer injusticia que de sufrirla y que se debe cuidar, sobre todo, no de parecer bueno, sino de serlo, en privado y en público. Que si alguno se hace malo en alguna cosa, debe ser castigado, y éste es el segundo bien después del de ser justo, el de volver a serlo y satisfacer la culpa por medio del castigo. Que es preciso huir de toda adulación, la de uno mismo y la de los demás, sean muchos o pocos, y que se debe usar siempre de la retórica y de toda otra acción en favor de la justicia. Así pues, hazme caso y acompáñame allí, donde, una vez que hayas llegado, encontrarás la felicidad en vida y en muerte, según enseña este relato. Permite que alguien te desprecie como insensato, que te insulte, si quiere y, por Zeus, deja, sin perder tú la calma, que te dé ese ignominioso golpe, pues no habrás sufrido nada grave, si en verdad eres un hombre bueno y honrado que practica la virtud. Después, cuando nos hayamos ejercitado así en común, entonces ya, si nos parece que debemos hacerlo, nos aplicaremos a los asuntos públicos o deliberaremos qué otra cosa nos parece conveniente, puesto que seremos más capaces de deliberar que ahora. En efecto, es vergonzoso que, estando como es evidente que estamos al presente, presumamos de ser algo, nosotros que cambiamos a cada momento de opinión sobre las mismas cuestiones, y precisamente sobre las más importantes. A tal grado de ignorancia hemos llegado. Por consiguiente, tomemos como guía este relato que ahora nos ha quedado manifiesto, que nos indica que el mejor género de vida consiste en vivir y morir practicando la justicia y todas las demás virtudes. Sigámoslo, pues, nosotros e invitemos a los demás a seguirlo también, abandonando ese otro en el que tú confías y al que me exhortas, porque en verdad no vale nada, Calicles.

Platón: Gorgias

Τετάρτη 30 Νοεμβρίου 2011

Las Nubes, 1959

Τρίτη 15 Νοεμβρίου 2011

Las Nubes, 1955

Σάββατο 15 Οκτωβρίου 2011

ΣΩΚΡΑΤΗΣ 29



Sócrates: ¡Qué horrible pronunciación! ¡qué abrir la boca! ¿Cómo podrá aprender éste la manera de ganar un pleito, de entablar una demanda y de destruir los argumentos del contrario? Hipérbolo aprendió todo esto por un talento.
Estrepsíades: No te apures y enséñale: porque tiene disposición natural. Cuando era pequeñito, ya construía casas, esculpía naves, fabricaba carritos de cuero y hacía ranas de cáscara de granada. Enséñale los dos razonamientos, el bueno, cualquiera que sea, y el malo, que triunfa del bueno por medio de la injusticia; o, por lo menos, enséñale el razonamiento injusto.
Sócrates: Lo aprenderá de mis razonamientos.
Estrepsíades: Yo me retiro. Acuérdate de ponerle en estado de refutar todos los argumentos justos.
[…]
Sócrates: Y bien, ¿quieres llevarte a tu hijo, o dejarle para que le enseñe el arte de hablar?
Estrepsíades: Enséñale, castígale, t no te olvides de afilar bien su lengua, de modo que uno de los filos le sirva para los negocios de poca monte, y el otro para los de mucha importancia.
Sócrates: Bien cuidado; te lo enviaré hecho un completo sofista.

Aristófanes: Las nubes
(http://isaiasgarde.myfil.es/get_file?path=/aristofanes-las-nubes.pdf )

Πέμπτη 15 Σεπτεμβρίου 2011

Las Nubes, 1907

Τρίτη 30 Αυγούστου 2011

ΣΩΚΡΑΤΗΣ 28


El calificativo necedades es verdaderamente adecuado para referirse a las cosas que hace el Sócrates descrito en la comedia Las Nubes. La trama de esta obra es sencilla: Estrepsíades lleva a su hijo Fidípides a Sócrates para que lo convierta, a cambio de un precio justo, en una persona tan hábil en sostener las razones contrarias a la justicia que sea capaz de vencer en cualquier discusión o pleito. De este modo, pretende no tener que pagar las numerosas deudas causadas por la desenfrenada vida del hijo. El resultado obtenido después de las enseñanzas socráticas, por desgracia para Estrepsíades, es bien diverso al esperado: recibe abundantes bofetadas de manos del su propio hijo, que llega incluso a probarle racionalmente que lo que está haciendo –abofetear a su padre- es un acto de justicia. Con lo cual Estrepsíades decide pegar fuego al Pensatorio, es decir, “la casa de los charlatanes”, el lugar donde se reúne Sócrates con sus discípulos; y lo hace “ por muchas razones, pero sobre todo por vilipendio contra los dioses” (1508-1509).
En la comedia aparecen claramente varios aspectos que ahora interesa resaltar. Por un lado, Sócrates es descrito como un sofista, que enseña a hacer fuerte el razonamiento débil, y como un filósofo de la naturaleza, que se dedica a estudiar las cosas del cielo. En ella, además, Sócrates corrompe a Fidípides, que se rebela contra el padre; y le enseña a negar la existencia de Zeus, introduciendo nuevas divinidades (1471)

Miguel Pérez de Laborda: El más sabio de los atenienses. Vida y muerte de Sócrates (RIALP, 2001)

Δευτέρα 15 Αυγούστου 2011

ΣΩΚΡΑΤΗΣ 27

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El primer problema que se presenta a quien se acerca a la persona de Sócrates es el de la multiplicidad de fuentes y las substanciales diferencias entre ellas. Sabemos con seguridad que su muerte se produjo en el 399 a.C., y que entonces tenía ya unos 70 años. No hay motivos tampoco para dudar de algunos otros datos que nos transmite Platón: es hijo de Sofronisco y de Fenáreta, “una excelente y vigorosa partera”, miembro de la tribu Antióquide y del demo de Alópece.
Los problemas se presentan más graves, en cambio, cuando intentamos conciliar lo que las diversas fuentes dicen de su personalidad y su filosofía. Esta multiplicidad de fuentes, unida al hecho de la diversidad de interpretaciones que en ellas encontramos de la persona y la doctrina socrática, ha dado lugar a la llamada cuestión socrática: ¿qué debemos creer de las versiones transmitidas suficientemente atendible?
Al inicio de su primera defensa, según nos cuenta Platón, Sócrates se refiere a las acusaciones contra él que desde hace muchos años han surgido en la ciudad. Y añade:
Estos acusadores son muchos y me han acusado durante ya muchos años, y además hablaban ante vosotros en el edad en la que más podíais darles crédito, porque algunos de vosotros erais niños o jóvenes y porque acusaban in absentis, sin defensor presente. Lo más absurdo de todo es que ni siquiera es posible conocer y decir sus nombres, si no es precisamente el de cierto comediógrafo (Apol. 18c-d)
Tal comediógrafo no es otro que Aristófanes, que en el 423 )es decir, 24 años antes del proceso) había representado su comedia Las Nubes, anticipando la caracterización de Sócrates que después encontramos en la acusación: que se ha dedicado a “investigar las cosas subterráneas y celestes”:
En efecto, también en la comedia de Aristófanes veríais vosotros a cierto Sócrates que era llevado de un lado a otro afirmando que volaba y diciendo otras muchas necedades (Apol. 19c).

Miguel Pérez de Laborda: El más sabio de los atenienses. Vida y muerte de Sócrates (RIALP, 2001)

Σάββατο 30 Ιουλίου 2011

ΣΩΚΡΑΤΗΣ 26


22. Aristóteles dice en el libro II de su Poética que Sócrates tuvo disputas con cierto Antióloco de Lemnos y con Anfitrón, intérprete de portentos, al modo que Pitágoras las tuvo con Cidón y con Onata. Sagaris fue émulo de Homero cuando todavía vivía, y después de muerto lo fue Jenofonte Colofonio. Píndaro tuvo sus contenciones con Anfimenes Coo; Tales con Ferecides; Biante con Salaro Prieneo; Pítaco con Antiménides y con Alceo; Anaxágoras con Sosibio; y Simónides con Timocreón.
23. De los sucesores de Sócrates, llamados socráticos, los principales fueron Platón, Jenofonte y Antístenes. De los que llaman los diez, fueron cuatro los más ilustres, a saber: Esquines, Fenón, Euclides y Aristipo. Trataremos primero de Jenofonte. De Antístenes hablaremos entre los cínicos. Luego de los socráticos, y en último lugar de Platón, que es el jefe de las diez sectas e instituidor de la primera Academia. Este será el orden que guardaremos.
24. Hubo otro Sócrates historiador, que describió con exactitud la región argólica. Otro peripatético, natural de Bitinia. Otro poeta epigramático. Y otro natural de Coo, escritor de los sobrenombres de los dioses.

Diógenes Laercio: Vida de los filósofos más ilustres. Sócrates

Παρασκευή 15 Ιουλίου 2011

Antonio Canova (Italia, 1757-1822):
La muerte de Sócrates

Πέμπτη 30 Ιουνίου 2011

ΣΩΚΡΑΤΗΣ 25

Antonio Canova (Italia, 1757-1822):
La muerte de Sócrates
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20. No fue sólo con Sócrates con quien los atenienses se portaron así, sino también con otros muchos, pues multaron a Homero con cincuenta dracmas, teniéndolo por loco. A Tirteo lo llamaron demente, y lo mismo a Astídamante, imitador de Esquilo, habiéndolo antes honrado con una estatua de bronce. Eurípides en su Palamedes también objeta a los atenienses la muerte de Sócrates, diciendo:
Matasteis, sí, matasteis al más sabio,
a la más dulce musa,
que a nadie fue molesta ni dañosa.
Esto es así, aunque Filicoro dice que Eurípides murió antes que Sócrates. Nació Sócrates, según Apolodoro en sus Crónicas, siendo arconte Apsefión, el año cuarto de la Olimpíada LXXVII, a 6 de Targelión (22), en cuyo día los atenienses lustran la ciudad, y dicen los delios que nació Diana. Murió el año primero de la Olimpíada XCV, a los setenta años de su edad. Lo mismo dice Demetrio; pero aseguran otros que murió de sesenta años. Ambos fueron discípulos de Anaxágoras, Sócrates y Eurípides. Nació éste siendo arconte Calias, el año primero de la Olimpíada LXXV.

21. Pienso que Sócrates trató también de las cosas naturales, puesto que dice algo de la providencia, según escribe Jenofonte; aunque él mismo asegura que sólo disputó de lo perteneciente a la moral. Cuando Platón en su Apología hace memoria de Anaxágoras y otros físicos, dice de éstos muchas cosas que Sócrates niega, siendo así que todas las suyas las atribuye a Sócrates. Refiere Aristóteles que cierto mago venido de Siria a Atenas reprobó muchas cosas de Sócrates, y le predijo moriría de muerte violenta. El epitafio mío a Sócrates es el siguiente:
Tú bebes con los dioses,
oh Sócrates, ahora.
Sabio te llamó Dios, que es sólo el sabio.
Y si los atenienses
la cicuta te dieron, brevemente
se la bebieron ellos por tu boca.
Diógenes Laercio: Vida de los filósofos más ilustres. Sócrates

(22) Era el mes de abril.

Τετάρτη 15 Ιουνίου 2011

Antonio Canova (Italia, 1757-1822):
Sócrates preparándose para beber la cicuta

Δευτέρα 30 Μαΐου 2011

ΣΩΚΡΑΤΗΣ 24

Antonio Canova (Italia, 1757-1822): Sócrates defendiéndose a sí mismo
.
19. Hay quien le atribuye un himno a Apolo, que empieza
Yo os saludo, Apolo Delio
y Diana, ilustres niños.
Pero Dionisiodoro dice que este himno no es suyo. Compuso una fábula como las de Esopo, no muy elegante, que empieza:
Dijo una vez Isopo a los corintios
la virtud no juzgasen
por la persuasión y voz del pueblo.
Éste fue el fin de Sócrates; pero los atenienses se arrepintieron en tal grado, que cerraron las palestras y gimnasios. Desterraron a algunos, y sentenciaron a muerte a Meleto. Honraron a Sócrates con una estatua de bronce que hizo Lisipo, y la colocaron en el Pompeyo (20). Los de Heraclea echaron de la ciudad a Ánito el mismo día en que llegó.
20. No fue sólo con Sócrates con quien los atenienses se portaron así, sino también con otros muchos, pues multaron a Homero con cincuenta dracmas, teniéndolo por loco. A Tirteo lo llamaron demente, y lo mismo a Astídamante, imitador de Esquilo, habiéndolo antes honrado con una estatua de bronce. Eurípides en su Palamedes también objeta a los atenienses la muerte de Sócrates, diciendo:
Matasteis, sí, matasteis al más sabio,
a la más dulce musa,
que a nadie fue molesta ni dañosa.
Esto es así, aunque Filicoro dice que Eurípides murió antes que Sócrates. Nació Sócrates, según Apolodoro en sus Crónicas, siendo arconte Apsefión, el año cuarto de la Olimpíada LXXVII, a 6 de Targelión (21), en cuyo día los atenienses lustran la ciudad, y dicen los delios que nació Diana. Murió el año primero de la Olimpíada XCV, a los setenta años de su edad. Lo mismo dice Demetrio; pero aseguran otros que murió de sesenta años. Ambos fueron discípulos de Anaxágoras, Sócrates y Eurípides. Nació éste siendo arconte Calias, el año primero de la Olimpíada LXXV.

Diógenes Laercio: Vida de los filósofos más ilustres. Sócrates

(20) El Pompeyo era en Atenas un edificio público donde se guardaban las cosas para las pompas, funciones y festividades de la república. Había también allí estatuas de varones ilustres.
(21) Era el mes de abril.

Παρασκευή 20 Μαΐου 2011

Sócrates y Musa
Sarcófago romano, siglo II a.C.

Τρίτη 10 Μαΐου 2011

ΣΩΚΡΑΤΗΣ 23


17. La acusación jurada, y que, según Favorino, todavía se conserva en el Metroo (18),fue como sé sigue: «Melito Piteense, hijo de Melito, acusó a Sócrates Alopecense, hijo de Sofronisco, de los delitos siguientes: Sócrates quebranta las leyes, negando la existencia de los dioses que la ciudad tiene recibidos, e introduciendo otros nuevos; yobra contra las mismas leyes corrompiendo la juventud. La pena debida es la muerte».

18. Habiéndole leído Lisias una apología que había escrito en su defensa, respondió: «La pieza es buena, Lisias; pero no me conviene a mí» (19). Efectivamente, ella era másuna defensa jurídica que filosófica (20). Preguntándole, pues, Lisias por qué no leconvenía la oración, supuesto que era buena, respondió: «¿Pues no puede haber vestidos y calzares ricos, y a mí no venirme bien?» Justo Tiberiense cuenta en su Crónica que cuando se ventilaba la causa de Sócrates subió Platón al púlpito del tribunal, y que habiendo empezado a decir así: «Siendo yo, oh atenienses, el más joven de los que a este lugar subieron...», fue interrumpido por los jueces, diciendo: «Bajaron, bajaron»; significándole por esto que bajase de allí. Fue, pues, condenado por doscientos ochenta y un votos más de los que lo absolvían; y estando deliberando los jueces sobre si convendría más quitarle la vida a imponerle multa, dijo daría veinticinco dracmas. Eubulides, dice que prometió ciento. Pero viendo desacordes y alborotadores a los jueces, dijo: «Yo juzgo que la pena a que debo ser condenado por mis operaciones es que se me mantenga del público en el Pritaneo» (21). Oído lo cual, se agregaron ochenta votos a los primeros, y lo condenaron a muerte. Prendieronlo luego, y no muchos días después bebió la cicuta, una vez acabado un sabio y elocuente discurso que trae Platón en su Fedón.

18 Era un templo de Atenas, dedicado a la Gran Madre de los dioses. Podrá verse acerca de él Juan Meursio.
19 Véase Cicerón, lib. I, De oratore; Valerio Máximo, 6, 4, número 2, in extern.
20 Esto es, se reducía toda a súplicas y ruegos, confesando haber errado en la doctrina, proponiendo enmendarse o retractase de ello, dando la razón a los acusadores, etc.
21 El Pritaneo era un edificio ilustre y suntuoso en el alcázar de Atenas, en el cual no sólo se juntaba el Senado cuando quería, sino que también eran allí mantenidos por la patria los que le habían hecho algún servicio señalado.

Σάββατο 30 Απριλίου 2011

François-André Vincent (Francia, 1746-1816):
Alcibíades y Sócrates

Παρασκευή 22 Απριλίου 2011

ΣΩΚΡΑΤΗΣ 22

14. Habiendo convidado a cenar a ciertas personas ricas, como Jantipa tuviese rubor de la cortedad de la cena, la dijo: «No le aflijas, mujer; pues si ellos son parcos lo sufrirán, y si comilones (14) nada nos importa». Decía que «otros hombres vivían para comer; pero él comía para vivir. Que quien alaba al pueblo bajo se parece a uno que reprobase un tetradracmo (15) y recibiese por legítimos muchos de ellos». Habiéndole dicho Esquines: soy pobre; nada más tengo que mi persona, me doy todo a vos, respondió: «¿Has advertido cuán grande es la dádiva que me haces?» A uno que estaba indignado por hallarse sin autoridad, habiéndole usurpado el mando los treinta tiranos, le dijo: «¿Y qué es lo que en esto te aflige? Que los atenienses, respondió, te han condenado a muerte. Y la Naturaleza a ellos», repuso Sócrates. Algunos atribuyen esto a Anaxágoras. A su mujer, que le decía que moriría injustamente, le respondió: «¿Quisieras acaso tú que mi muerte fuese justa?»

Habiendo soñado que uno le decía:
Tú dentro de tres días
a la glebosa Ftía harás pasaje,
dijo a Esquines que «pasados tres días moriría». Estando para beber la cicuta, le trajo Apolodoro un palio muy precioso para que muriese con este adorno, y le dijo Sócrates: «Pues si el mío ha sido bueno para mí en vida, ¿por qué no lo será en muerte?» Habiéndole uno dicho que otro hablaba mal de él, respondió: «Ése no aprendió a hablar bien». Como Antístenes llevase siempre a la vista la parte más rasgada de su palio, le dijo: «Veo por esas aberturas tu vanagloria». A uno que le dijo: «¿No está aquél hablando mal de ti?», respondió: «No, por cierto: nada me toca de cuanto dice». Decía que «conviene exponerse voluntariamente a la censura de los poetas cómicos; pues si dicen la verdad nos corregiremos, y si no nada nos toca su dicho».

15. Habiéndole injuriado de palabras una vez su mujer Jantipa, y después arrojádole agua encima, respondió: «¿No dije yo que cuando Jantipa tronaba ella llovería?» A Alcibíades, que le decía no era tolerable la maledicencia de Jantipa, respondió: «Yo estoy tan acostumbrado a ello como a oír a cada momento el estridor de la polea; y tú también toleras los graznidos de los ánsares». Replicando Alcibíades que los ánsares le ponían huevos y educaban otros ánsares, le dijo: «También a mí me pare hijos Jantipa». Quitóle ésta en una ocasión el palio en el foro, y como los familiares instasen a Sócrates a que castigase la injuria, respondió: «Pardiez, que sería una bella cosa que nosotros riñésemos y vosotros clamaseis: No más Sócrates, no más Jantipa». Decía que «con la mujer áspera se debe tratar como hacen con los caballos falsos y mal seguros los que los manejan; pues así como éstos, habiéndolos domado, usan con más facilidad de los leales, así también yo después de sufrir a Jantipa me es más fácil el comercio con todas las demás gentes».

16. Estas y otras muchas cosas que decía y ejecutaba fueron causa de que la pitonisa testificase de él tan ventajosamente, dando a Querefón aquel oráculo tan sabido de todos:
Sócrates es el sabio entre los hombres.
Esto excitó contra él la envidia de muchos que se tenían también por sabios, infiriendo que el oráculo los declaraba ignorantes. Meleto y Ánito eran de éstos, como dice Platón en el diálogo Memnón. No podía Ánito sufrir que Sócrates se burlase de él, e incitó primeramente a Aristófanes contra él; después indujo a Meleto a que lo acusase de impío y corrompedor de la juventud. En efecto, Meleto lo acusó y dio la sentencia Polieucto, según dice Favorino en su Historia varia. Escribió la disertación acusatoria (16) el sofista Polícrates, como refiere Hermipo, o bien Ánito, según otros afirman; pero el orador Licón lo ordenó todo. Antístenes en las Sucesiones de los filósofos y Platón en la Apología dicen que los acusadores de Sócrates fueron tres, a saber: Ánito, Licón y Meleto. Que Ánito instaba en nombre de los artesanos y magistrados del pueblo; Licón por parte de los oradores, y Meleto por la de los poetas, a todos los cuales había reprendido Sócrates. Favorino en el libro II de sus Comentarios dice que no es de Polícrates la disertación contra Sócrates, puesto que en ella se hace mención de los muros de Atenas que restauró Conón; lo cual fue seis años después de la muerte de Sócrates, y así es la verdad.

Diógenes Laercio: Vida de los filósofos más ilustres. Sócrates

(14) φαύλος, malos, perversos, ímprobos, destemplados, malignos, imprudentes, ignorantes, etc.
(15) Tetradracma o tetradracmo era la cuarta parte de un dracma, y vendría a valer unos cuatro cuartos nuestros o medio real.
(16) La oración acusatoria.

Κυριακή 10 Απριλίου 2011

Sócrates y Diotima
Pompeya, siglo I a.C.

Τετάρτη 30 Μαρτίου 2011

ΣΩΚΡΑΤΗΣ 21

Jean André Castaigne (Francia, 1861-1929): Sócrates en Atenas
.
10. La misma eficacia tenía para persuadir que para disuadir; de manera que, según dice Platón en un Discurso que pronunció sobre la ciencia, trocó a Teeteto de tal suerte, que lo hizo un hombre extraordinario (9). Queriendo Eutrifón acusar a su padre por haber muerto a un forastero que hospedaba, lo apartó Sócrates del intento por un discurso que hizo concerniente a la piedad. También hizo sobrio a Lisis con sus exhortaciones. Tenía un ingenio muy propio para formar sus discursos según las ocurrencias. Redujo con sus amonestaciones a su hijo Lamprocles a que respetase a su madre, con la cual se portaba duro e insolente, como refiere Jenofonte. Igualmente que removió a Glaucón, hermano de Platón, de meterse en el gobierno de la república según pretendía, para lo cual era inepto; y, por el contrario, indujo a Cármides a que se aplicase a él, conociendo era capaz de ejecutarlo.

11. Avivó el ánimo de Ifícrates, capitán de la república, mostrándole unos gallos del barbero Midas que reñían con los de Calias. Glaucónides lo tenía por tan digno de la ciudad como un faisán o pavo (10). Decía que «es cosa maravillosa que siendo fácil a cualquiera decir los bienes que posee, no puede decir ninguno los amigos que tiene»: tanta es la negligencia que hay en conocerlos. Viendo a Euclides muy solícito en litigios del foro, le dijo: «¡Oh Euclides!, podrás muy bien vivir con los sofistas, pero no con los hombres». Tenía por inútil y poco decente este género de estudio, como dice Platón en su Eutidemo. Habiéndole dado Cármides algunos criados que trabajasen en su provecho, no los admitió; y hay quien dice que menospreció la belleza de cuerpo de AIcibíades. Loaba el ocio como una de las mejores posesiones, según escribe Jenofonte en su Convite (11). También decía que «sólo hay un bien, que es la sabiduría, y sólo un mal, que es la ignorancia. Que las riquezas y la nobleza no contienen circunstancia recomendable; antes bien todos los males».

12. Habiéndole dicho uno que la madre de Antístenes fue de Tracia, respondió: «¿Pues creías tú que dos atenienses habían de procrear varón tan grande?» Propuso a Critón rescatase a Fedón que, hallándose cautivo, se veía obligado a ganar el sustento por medios indecentes. Salió, en efecto, de la esclavitud, y lo hizo un ilustre filósofo. Aprendía a tocar la lira cuando tenía oportunidad, diciendo no hay absurdo alguno en aprender cada cual aquello que ignora. Danzaba también con mucha frecuencia, teniendo este ejercicio por muy conducente para la salud del cuerpo, como lo dice Jenofonte en su Convite. Decía asimismo que un genio le revelaba las cosas venideras. «Que el empezar bien no era poco, sino cercano de lo poco. Que nada sabía excepto esto mismo: que nada sabía. Que los que compran a gran precio las frutas tempranas desconfían llegar al tiempo de la sazón de ellas.»

13. Preguntado una vez qué cosa es virtud en un joven, respondió: «El que no se exceda en nada». Decía que «se debe estudiar la geometría hasta que uno sepa recibir y dar tierra medida» (12). Habiendo Eurípides en la tragedia Auge dicho de la virtud

que es acción valerosa
dejarla de repente y sin consejo
,
se levantó y se fue diciendo «era cosa ridícula tener por digno de ser buscado un esclavo cuando no se halla, y dejar perecer la virtud». Preguntado si era mejor casarse o no casarse, respondió: «Cualquiera de las dos cosas que hagas te arrepentirás». Decía que «le admiraba ver que los escultores procuraban saliese la piedra muy semejante al hombre, y descuidaban de procurar no parecerse a las piedras». Exhortaba a los jóvenes «a que se mirasen frecuentemente al espejo, a fin de hacerse dignos de la belleza, si la tenían; y si eran feos, para que disimulasen la fealdad con la sabiduría».

(10) La frase griega es: ένθεσν αχέμψε , lo volvió divino, o deificado: ένδεος significa aquél en que está Dios.
(11) Como suele estimarse un ave rara y peregrina por la vista y aun por el sabor. - Kuhnio.
(12) Véase EIiano, lib. X, cap. XVI de su Varia historia, y Valerio Máximo, lib. VIII, cap. VIII, De otio laudato.
(13) Es decir, que esta disciplina y las demás deben encaminarse a la recta moral y justicia en los tratos; mas no quedarse en meras especulaciones, que las más veces son inútiles.

Κυριακή 20 Μαρτίου 2011

Honore Daumier (Francia, 1808 – 1879):
Sócrates visitando a Aspasia

Πέμπτη 10 Μαρτίου 2011

ΣΩΚΡΑΤΗΣ 20

Kristian Zahrtman (Dinamarca, 1843-1917):
Sócrates y Jantipa
.
9. Tenía ánimo para sufrir a cuantos lo molestaban y perseguían. Amaba la frugalidad en la mesa, y nunca pidió recompensa de sus servicios. Decía que «quien come con apetito, no necesita de viandas exquisitas; y el que bebe con gusto, no busca bebidas que no tiene a mano». Esto se puede ver aún en los poetas cómicos, los cuales lo alaban en lo mismo que presumen vituperado. Así habla de él Aristófanes:

¡Oh tú, justo amador de la sapiencia,
cuán felice serás con los de Atenas,
y entre los otros griegos cuán felice!
Y luego:

Si memoria y prudencia no te faltan,
y en las calamidades sufrimiento,
no te fatigarás si en pie estuvieres,
sentado, o caminando.
Tú no temes el frío ni la hambre,
abstiéneste del vino y de la gula,
con otras mil inútiles inepcias.

Amipsias lo pinta con palio, y dice:

¡Oh Sócrates, muy bueno entre los pocos,
y todo vanidad entre los muchos!
¡Finalmente, aquí vienes y nos sufres!
Ese grosero manto
¿de dónde lo tomaste?
Esa incomodidad seguramente
nació de la malicia del ropero.

Por más hambre que tuviese, nunca pudo hacer de parásito. Cuánto aborrecía esta vergonzosa adulación lo testifica Aristófanes, diciendo:

Lleno de vanidad las calles andas,
rodeando la vista a todas partes.
Caminando descalzo, y padeciendo
trabajos sin cesar, muestras no obstante
siempre de gravedad cubierto el rostro.

Sin embargo, algunas veces se acomodaba al tiempo y vestía con más curiosidad, como hizo cuando fue a cenar con Agatón: así lo dice Platón en su Convite.

10. La misma eficacia tenía para persuadir que para disuadir; de manera que, según dice Platón en un Discurso que pronunció sobre la ciencia, trocó a Teeteto de tal suerte, que lo hizo un hombre extraordinario (8). Queriendo Eutrifón acusar a su padre por haber muerto a un forastero que hospedaba, lo apartó Sócrates del intento por un discurso que hizo concerniente a la piedad. También hizo sobrio a Lisis con sus exhortaciones. Tenía un ingenio muy propio para formar sus discursos según las ocurrencias. Redujo con sus amonestaciones a su hijo Lamprocles a que respetase a su madre, con la cual se portaba duro e insolente, como refiere Jenofonte. Igualmente que removió a Glaucón, hermano de Platón, de meterse en el gobierno de la república según pretendía, para lo cual era inepto; y, por el contrario, indujo a Cármides a que se aplicase a él, conociendo era capaz de ejecutarlo.

Diógenes Laercio: Vida de los filósofos más ilustres. Sócrates


(8) La frase griega es: ένθεσν αχέμψε , lo volvió divino, o deificado: ένδεος significa aquél en que está Dios.

Δευτέρα 28 Φεβρουαρίου 2011

Otho Vaenius / Otto van Veen (Bélgica, 1557-1626):
Jantipa vaciando un orinal sobre Sócrates

Κυριακή 20 Φεβρουαρίου 2011

ΣΩΚΡΑΤΗΣ 19

Reyer Jacobsz van Blommendael (Países Bajos, 1628 – 1675):
Sócrates, sus dos mujeres y Alcibíades
.
6. Ion Quío dice que Sócrates en su juventud estuvo en Samos con Arquelao. Aristóteles escribe que también peregrinó a Delfos (6). Y Favorino afirma en el libro primero de sus Comentarios que también estuvo en el Istmo. Era de un ánimo constante y republicano: consta principalmente que habiendo mandado Cricias y demás jueces traer a Leonte de Salamina, hombre opulento, para quitarle la vida, nunca Sócrates convino en ello; y de los diez capitanes de la armada fue él solo quien absolvió a Leonte. Hallándose ya encarcelado, y pudiendo huir e irse adonde quisiese, no quiso ejecutarlo, ni atender al llanto de sus amigos que se lo rogaban; antes les reprendió, y les hizo varios razonamientos llenos de sabiduría.

7. Era parco y honesto. Pánfila escribe en el libro VII de sus Comentarios que habiéndole Alcibíades dado una área muy espaciosa para construir una casa, le dijo: «Si yo tuviese necesidad de zapatos, ¿me darías todo un cuero para que me los hiciese? Luego ridículo sería si yo la admitiese». Viendo frecuentemente las muchas cosas que se venden en público, decía para sí mismo: «¡Cuánto hay que no necesito!» Repetía a menudo aquellos yambos:

Las alhajas de plata,
de púrpura las ropas,
útiles podrán ser en las tragedias;
pero de nada sirven a la vida.
Menospreció generosamente a Arquelao Macedón, a Escopas Cranonio y a Eurilo Lariseo; pues ni admitió el dinero que le regalaban, ni quiso ir a vivir con ellos. Tanta era su templanza en la comida, que habiendo habido muchas veces peste en Atenas, nunca se le pegó el contagio.

8. Aristóteles escribe que tuvo dos mujeres propias: la primera Jantipa, de la cual hubo a Lamprocle; la segunda Mirto, hija de Arístides el Justo (7), a la que recibió indotada y de la cual tuvo a Sofronisco y a Menéxeno. Algunos quieren casase primero con Mirto; otros que casó a un mismo tiempo con ambas, y de este sentir son Sátiro y Jerónimo de Rodas; pues dicen que queriendo los atenienses poblar la ciudad, exhausta de ciudadanos por las guerras y contagios, decretaron que los ciudadanos casasen con una ciudadana, y además pudiesen procrear hijos con otra mujer; y que Sócrates lo ejecutó así.

Diógenes Laercio: Vida de los filósofos más ilustres. Sócrates

(6) Πυθώδε, o Πυθώθε, es adverbio que significa Delphis, en Delfos.
(7) Véase sobre esto Ateneo, lib. XIII, poco después del principio.

Πέμπτη 10 Φεβρουαρίου 2011

Antonio Canova (Italia, 1757-1822):
Sócrates defiende a Alicíades en Potidea

Κυριακή 30 Ιανουαρίου 2011

ΣΩΚΡΑΤΗΣ 18


3. Aristoxenes, hijo de Espíntaro, dice que era muy cuidadoso en juntar dinero; que dándolo a usura,lo recobraba con el aumento, y reservado éste,daba nuevamente el capital a ganancias. Según Demetrio Bizantino dice, Critón lo sacó del taller, y se aplicó a instruirlo, prendado de su talento y espíritu. Conociendo que la especulación de la Naturaleza noes lo que más nos importa, comenzó a tratar de la Filosofía moral, ya en las oficinas, ya en el foro; exhortando a iodos a que inquiriesen
qué mal o bien tenían en sus casas.
Muchas veces, a excesos de vehemencia en el decir, solía darse de coscorrones, y aun arrancarse los cabello, de manera que muchos reían de él y lo menospreciaban; pero él lo sufría todo con paciencia. Habiéndole uno dado un puntillón, dijo a los que se admiraban de su sufrimiento: «Pues si un asno me hubiese dado una coz, ¿había yo de citarlo ante la justicia?» Hasta aquí Demetrio.

4. No tuvo necesidad de peregrinar como otros, sino cuando así lo pidieron las guerras. Fuera de esto, siempre estuvo en un lugar mismo, disputando con sus amigos, no tanto para rebatir sus opiniones, cuanto para indagar la verdad. Dicen que, habiéndole dado a leer Eurípides un escrito de Heráclito, como le preguntase qué le parecía, respondió: «Lo que he entendido es muy bueno, y juzgo lo será también lo que no he entendido; pero necesita un nadador delio». Tenía mucho cuidado de ejercitar su cuerpo, el cual era de muy buena constitución.

5. Militó en la expedición de Anfípolis; y dada la batalla junto a Delio, libró a Jenofonte, que había caído del caballo. Huían todos los atenienses, mas él se retiraba a paso lento, mirando frecuentemente con disimulo hacia atrás, para defenderse de cualquiera que intentase acometerlo. También se halló en la expedición naval de Potidea, no pudiendo ejecutarse por tierra en aquellas circunstancias. En esta ocasión, dice estuvo toda una noche en una situación misma. Peleó valerosamente, y consiguió la victoria; pero la cedió voluntariamente a Alcibíades, a quien amaba mucho, corno dice Arístipo en el libro IV De las delicias antiguas.

Diógenes Laercio: Vida de los filósofos más ilustres. Sócrates

Πέμπτη 20 Ιανουαρίου 2011

ΣΩΚΡΑΤΗΣ 17


1. Sócrates fue hijo de Sofronisco, cantero de profesión, y de Fenáreta, obstetriz, como lo dice Platón en el diálogo intitulado Teeteto. Nació en Alopeca, pueblo de Ática. Hubo quien creyó que Sócrates ayudaba a Eurípides en la composición de sus tragedias, por lo cual dice Mnesíloco:
Los Frigios drama es nuevo
de Eurípides, y consta
que a Sócrates se debe (1).
Y después:
De Sócrates los clavos
corroboran de Eurípides los dramas.
Igualmente Calias en la comedia Los cautivos dice:
Tú te engríes, y estás desvanecido:
pero puedo decirte
que a Sócrates se debe todo eso.
Y Aristófanes en la comedia Las nubes, escribe:
Y Eurípides famoso,
que tragedias compone,
lo hace con el auxilio
de ese que habla de todo:
así le salen útiles y sabias.

2. Habiendo sido discípulo de Anaxágoras, como aseguran algunos, y de Damón, según dice Alejandro en las Sucesiones, después de la condenación de aquél se pasó a Arquelao Físico, el cual usó de él deshonestamente, como afirma Aristóxenes (2). Duris dice que se puso a servir y que fue escultor en mármoles: y aseguran muchos que las Gracias vestidas que están en la Roca (3) son de su mano. De donde dice Timón en sus Sátiras:

De estas Gracias provino
el cortador de piedras;
el parlador de leyes,
oráculo de Grecia.
Aquel sabio aparente y simulado,
burlador, y orador semiateniense.
En la oratoria era vehementísimo, como dice Idomeneo; pero los treinta tiranos (4) le prohibieron enseñarla, según refiere Jenofonte. También lo moteja Aristófanes porque hacía buenas las causas malas (5). Según Favorino en su Historia varia, fue el primero que con Esquines, su discípulo, enseñó la retórica: lo que confirma Idomeneo en su Tratado de los discípulos de Sócrates. Fue también el primero que trató la moral, y el primero de los filósofos que murió condenado por la justicia.

Diógenes Laercio: Vida de los filósofos más ilustres. Sócrates

(1) La frase griega es: «Los Frigios es nuevo drama de Eurípides, a quien Sócrates puso la leña debajo.»
(2) Οϋ χαϊ παιδιχά γενέυθαι.
(3) Es la fortaleza o alcázar de Atenas, tan celebrada en toda la antigüedad; y de cuya magnificencia todavía conserva vestigios.
(4) Estos treinta pretores fueron creados en la Olimpiada XCIV, cuyo poder al principio no se extendía a más que a elegir el Senado; pero después pasaron a tiranizar a Atenas. Muchos autores griegos, cuando los nombran, no dicen más que los treinta.
(5) Aristófanes en sus Nubes, v. 115.

Δευτέρα 10 Ιανουαρίου 2011

Américo Castro (Brasil, 1843-1903):
Sócrates apartando a Alcibíades del Vicio