Τετάρτη 20 Μαΐου 2009

ΑΛΚΙΒΙΑΔΗΣ 8

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Batallas de Abidos y Cícico
Alcibíades fue restituido por el "régimen intermedio" de los Cinco Mil, el gobierno que sucedió al de los Cuatrocientos en 411 a. C., pero es más probable que esperara, en realidad, hasta 407 a. C. para regresar a la ciudad. Plutarco nos dice que, aunque su restitución ya había sido aprobada en la moción de Critias, un aliado político suyo, Alcibíades decidió volver con honores. Por otro lado, si bien éste era indudablemente su objetivo, era de nuevo simplemente un medio para conseguir un fin: evitar el juicio a su regreso a Atenas.
El siguiente rol importante que llevaría a cabo en la guerra ocurriría en la batalla de Abidos. Alcibíades se había quedado retrasado en Samos con una pequeña fuerza, mientras Trasíbulo y Trasilo condujeron la mayor parte de la flota al Helesponto. Durante este período, Alcibíades consiguió recaudar dinero de Caria y la zona vecina, con el cual podía pagar a los remeros y lograr su favor. Después de la victoria ateniense en Cinosema, ambas flotas convocaron a sus barcos de los alrededores del Egeo y se reunieron para lo que podría ser una próxima batalla decisiva.
Mientras Alcibíades aún estaba de camino, las dos flotas chocaron en Abidos, donde los peloponesios habían establecido su principal base naval. La batalla estuvo igualada y se desencadenó con furia mucho tiempo, pero la balanza se inclinó hacia los atenienses cuando Alcibíades arremetió en el Helesponto con 18 trirremes. El sátrapa persa Farnabazo, que había reemplazado a Tisafernes como patrocinador de la flota peloponesia, había desplazado su ejército de tierra a la orilla para defender las embarcaciones y los marineros que habían varado sus barcos. Solamente la ayuda del ejército persa y el navegar de noche salvó a la flota peloponesia de la completa destrucción.
Poco después de la batalla, Tisafernes había llegado al Helesponto y Alcibíades dejó la flota en Sestos para reunirse con él, llevándole regalos y esperando una vez más intentar ganarse al gobernador persa. Evidentemente Alcibíades había juzgado mal su prestigio con el sátrapa, y fue arrestado a su llegada. Al cabo de un mes se liberaría y retomaría el mando. Ahora era obvio, sin embargo, que no tenía ninguna influencia con los persas, por lo que desde ahora su autoridad dependería de lo que en realidad pudiera lograr en lugar de lo que prometiera hacer.
Después de una pausa de varios meses en la que los peloponesios construyeron nuevas embarcaciones y los atenienses sitiaron ciudades y recaudaron dinero en todo el Egeo, la siguiente batalla naval tuvo lugar la primavera de 410 a. C. en Cícico. Alcibíades había sido obligado a navegar desde Sestos a Cardia para proteger su pequeña flota de la reconstruida armada peloponesia, pero tan pronto como se reunió ahí la flota ateniense completa, sus comandantes lo llevaron a Cícico, donde los atenienses localizaron que Farnabazo y Míndaro, el comandante de la flota peloponesia, estaban tramando su próximo movimiento juntos. Oculta por la tormenta y la oscuridad, la fuerza ateniense combinada llegó a las inmediaciones sin ser descubierta por los peloponesios. En ese momento los atenienses idearon un complot para sacar al enemigo a la batalla. Según Diodoro de Sicilia, Alcibíades avanzó con una pequeña escuadra para sacar a los espartanos de la batalla, y, después de engañar a Míndaro con este truco, las escuadras de Trasíbulo y Terámenes llegaron para reunirse con él, cortando la retirada espartana.
La flota espartana sufrió graves pérdidas en la huida, y llegó a la orilla con los atenienses pisándoles los talones. Las tropas de Alcibíades, conduciendo la persecución ateniense, atracaron e intentaron llevar las embarcaciones espartanas mar adentro. Los peloponesios lucharon para impedir que sus barcos fueran remolcados, y las tropas de Farnabazo acudieron en su ayuda. Trasíbulo desembarcó su propia fuerza para aliviar temporalmente la presión sobre Alcibíades, y mientras tanto ordenó a Terámenes que se uniera a las fuerzas de tierra atenienses cercanas y que las trajera para reforzar a los marineros y al ejército naval en la playa. Los espartanos y los persas, abrumados por la llegada de múltiples fuerzas desde varias direcciones, fueron derrotados y ahuyentados, y los atenienses capturaron todas los barcos espartanos que no fueron destruidos. Una carta enviada a Esparta por Hipócrates, vicealmirante bajo Míndaro, fue interceptada y llevada a Atenas; decía lo que sigue: "Los barcos están perdidos. Míndaro ha muerto. Los hombres están hambrientos. No sabemos qué hacer". Poco tiempo después, Esparta hizo una petición de paz, pero sus términos fueron rechazados por los atenienses.
Éxitos militares adicionales
Después de su victoria, Alcibíades y Trasilo empezaron el asedio de Calcedón en 409 a. C. con unas 190 naves. Aunque incapaz de conseguir una victoria decisiva o inducir a que la ciudad se rindiera, Alcibíades fue capaz de ganar una pequeña batalla táctica terrestre fuera de las puertas de la ciudad y Terámenes concluyó un acuerdo con los calcedonios. Más tarde concluyeron una alianza temporal con Farnabazo, que aseguró algo del mucho dinero necesitado en forma urgente por el ejército, pero a pesar de esto Alcibíades se vio obligado a partir en búsqueda de más botín para pagar a los soldados y remeros de la flota.
En busca de estos fondos viajó al Quersoneso Tracio y atacó Selimbria. Conspiró con un partido proateniense dentro de la ciudad y ofreció a los selimbrios términos razonables a la vez que impuso una estricta disciplina para que viesen que estaban bajo vigilancia. No causó daño alguno a la ciudad, sino que simplemente tomó una cantidad de dinero de ella, puso una guarnición dentro y partió. Una evidencia epigráfica indica que los selimbrios entregaron rehenes hasta que el tratado fuera ratificado en Atenas. Su acción es juzgada como hábil por los historiadores, debido a que ahorró tiempo, recursos, y vidas y aun así consiguió completamente su objetivo.
Desde aquí Alcibíades se unió al sitio de Bizancio al mismo tiempo que Terámenes y Trasilo. Una parte de los ciudadanos de la ciudad, desmoralizada y hambrienta, decidió entregar la ciudad a Alcibíades en términos similares a los que los selimbrios habían recibido. Al aceptar, por la noche los defensores dejaron sus puestos y los atenienses atacaron la guarnición peloponesia de la ciudad y a los barcos del puerto. La parte de ciudadanos que se mantuvo leal a los peloponesios pelearon tan salvajemente que Alcibíades hizo pública una declaración en mitad de la lucha en la que garantizaba su seguridad, con lo que logró persuadir al resto de ciudadanos de unirse a los atenienses contra la guarnición peloponesia, que fue casi totalmente destruida. (es.wikipedia.org)

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